24. UNA LECCIÓN DE DIGNIDAD

De los animales podemos aprender muchas cosas. Entre otras, que son capaces de sobrellevar con dignidad problemas o enfermedades que a muchas personas, instaladas en la autocompasión permanente, nos parecerían insufribles. Lo hacen así, no solo porque quejarse suele resultar inútil, sino porque tienen que disimular si no quieren ser atacados por sus predadores, ávidos de víctimas desvalidas y comida fácil. El calvario por el que pasó Trevenque durante su afección (basta ver las fotos que adjuntamos en esta entrada) fue terrible, no solo por el taponamiento de la cloaca y el dolor cólico que sufría cada vez que orinaba o defecaba, sino por el escozor que debía sentir al tener toda la zona afectada “en carne viva”.

En contraposición, su aspecto era el de un halcón al que parecía que nada le pasaba, y continuaba con su vida de la mejor manera que podía, confiando en sus fuerzas y en el destino, como si supiera que la paciencia, la resignación ante el dolor y la lucha son las mejores armas para salir de una enfermedad. Y Trevenque consiguió decir adiós a sus males y voló de nuevo libre, sano y fuerte, quizá con la esperanza renovada de formar algún día una familia en la ciudad que lo vio crecer. Por desgracia, una funesta casualidad, una torreta eléctrica mal aislada con la que el ave vino a toparse, acabó definitivamente con las posibilidades de que eso ocurriera. Nos quedamos con su actitud de lucha y paciencia, para continuar la carrera de fondo que supone devolver a los suyos el espacio que merecen.




Durante su enfermedad Trevenque mantuvo una actitud de normalidad que contrastaba con la
gravedad de su situación, como muestran estas imágenes anteriores a su ingreso en el CREA.