3. EL PRIMER VUELO

A veces, en el hacking, algún halcón asustado vuela sin habérselo planteado. Así ocurrió con Mulhacén la tarde del domingo 12 de mayo en que, inquieto al ver una mano lejana que les tiraba comida sobre el tejado, decidió volar junto con su compañero Generalife. Este último, dos días más joven, aterrizó más cerca, en un patio. Lo pudimos localizar enseguida, capturarlo con el cazamariposas y colocarlo en la caja-nido para que allí pasara la noche y alimentarlo, como siempre, sin que se percate de que eso lo hacen papás humanos.

Mulhacén, más desarrollado, se posó sobre el tejado del patio vecino, justo encima del Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual. Quizá pensaba hacerse una revisión. Esa noche todos los componentes del proyecto, que ya somos una gran familia, dormimos preocupados por si decidía seguir alejándose de la terraza del hacking. Con solo 37 días de vida sería incapaz de alimentarse por su cuenta. Pero en la mañana del lunes nos demostró que de tonto no tiene un pelo, o una pluma para ser exactos. Voló de nuevo, se posó en el tejado con vistas a las calles San Juan de Dios y San Jerónimo y tras “escanear” el paisaje con graciosos movimientos de cabeza y archivar en su “GPS” mental las nuevas coordenadas, fue dándose un paseo a pie por la arista del tejado hasta reunirse con sus compañeros. ¡Qué alivio!